HISTORIA DE LA GANADERIA VENEZOLANA




ANTECEDENTES:

Al iniciarse la conquista de nuestro territorio, los primeros expedicionarios no traían consigo ganado en pie. En sus largas expediciones de exploración y conquista, al agotárseles las provisiones se les presentaban situaciones críticas para alimentarse. En tales ocasiones se alimentaban en base al trueque con los indígenas y no en pocas ocasiones del maíz y otros alimentos que lograban arrebatarles por la fuerza. También, algunas veces a través de la caza y la pesca lograban obtener alimento. La caza en la temporada de lluvias era muy difícil debido a lo alto de la maleza en la llanura y a la inundación de grandes extensiones del territorio. La presencia numerosa de fieras como el tigre, que atacaba a los expedicionarios de sorpresa, impedía arriesgarse a salir en busca de animales de caza. En circunstancias adversas extremas hubo episodios documentados en que los conquistadores ante la carencia de comida llegaron a practicar el canibalismo.

Una de las decisiones más importantes tomadas por los españoles, para poder continuar el proceso de conquista y posterior colonización fue la introducción de ganado vacuno, ovino, caprino y porcino, lo cual en un principio, les permitió alimentarse con autonomía en un medio donde faltaban los recursos. Luego, al crecer los rebaños, se logró la expansión de la economía en las ciudades, pueblos y villas fundadas. El desarrollo de la ganadería, -principalmente de ganado bovino- estuvo aparejado con las cría de ganado caballar y mular.

LOS PRIMEROS REBAÑOS:

La isla de La Española, hoy República Dominicana, fue la base inicial de donde partieron las expediciones de exploración y conquista del territorio americano. Por tal razón allí se instalaron los primeros hacendados y de La Española salió el semillero de vientres que se propagó por todo el continente y generaron las inmensas manadas que se extendieron por llanuras y pampas. Lo estrecho de las naves que venían de España hizo que se le diese prioridad a los caballos de guerra y los bovinos que se traían eran terneras y becerros que luego eran terminados de criar en La Española, pero dada su fragilidad por ser animales en crecimiento eran muchas las muertes ocasionadas tanto en el traslado, como a su llegada al territorio insular.

Es falso que el ganado que sirvió de base para la creación de inmensos rebaños en América provenga de  los animales traídos por Cristóbal Colón en su segundo y tercer viaje a la isla de La Española. El almirante trajo ganado bovino a la citada isla, pero como narraremos a continuación, fue sacrificado en un intento de la colonia por sobrevivir.

Según cuenta Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés en su obra: «Historia General y Natural de las Indias», los aborígenes de La Española, deseosos de salir como fuese de los españoles que intentaban esclavizarlos, se pusieron de acuerdo entre sí para no sembrar nada que pudiese servir de alimento a los recién llegados europeos. Pensaban que de esta forma, los conquistadores se irían de la isla debido al hambre que se les presentaría al carecer de alimentos, o si se quedaban, morirían de inanición.

Efectivamente, la hambruna, tal como lo planificaron los indígenas se presentó y los españoles se vieron obligados a comer todo tipo de animales, lo que hace presumir que no dejaron con vida, vacas, cerdos, ovejas y aves traídas de la península. Pero veamos cómo lo narra  Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, para que comprobemos que mi apreciación tiene sentido, en efecto, señala:

«En este tiempo de tanta nescesidad se comieron los cristianos cuantos perros gozques había en esta isla, los cuales eran mudos, que no ladraban; e comieron también los que de España habían traído, e comiéronse todas las hutias que pudieron haber, e todos los quemis, e otros animales que llaman mohuy, y todos los otros que llaman coris, que son como gazapos o conejos pequeños. Estas cuatro maneras de animales se cazaban con los perros que se habían traído de España; e desque hobieron acabado los de la tierra, comieronse a ellos también, en pago de su servicio. E no solamente dieron fin a estos cinco géneros de animales de cuatro pies, que solamente había en esta isla; pero, acabados aquéllos, se dieron a comer unas sierpes que se llaman ivana, que es de cuatro pies, de tal vista que, para quien no la conosce, es muy espantoso animal. Ni perdonaron lagartos, ni lagartijas, ni culebras, de las cuales hay muchas e de muchas maneras de pinturas, pero no ponzoñosas. Así que, por vivir, a ninguna bestia o animal de cuantos he dicho perdonaban; porque cuantos podían haber, iban al fuego, e cocidos o asados, no faltaba a su nescesidad apetito para comer estas cosas tan temerosas a la vista». Este acontecimiento fue en el año 1.494.

El ganado bovino  traído a la isla de La Española, posteriormente a la hambruna antes descrita, habría sido sacrificado en 1498, durante la rebelión de Francisco Roldán, Alcalde Mayor de La Isabela y antiguo criado del Almirante.

Superados estos inconvenientes, y llegados más ejemplares a la isla La Española, durante la gobernación de Nicolás Obando en 1502, los rebaños de bovinos comenzaron a crecer en número, siendo favorecido dicho crecimiento por la orden impartida por Don Diego Colón, en la que se prohibió la salida de ganado de la Española. Esta disposición permaneció efectiva durante 30 años.

Dado el enorme crecimiento de los rebaños, La Española se convirtió en el centro de comercio de ganados destinados a ser llevados a otras partes del continente americano. El número total de hatos en la colonia en aquella época no es conocido, sin embargo, por el censo de Osorio en 1606 había unos 130 hatos en dicho territorio.


EL GANADO CRIOLLO VENEZOLANO
ORÍGENES:

El ganado criollo venezolano se originó del cruce descontrolado de las razas Rubia, Retinta, Negra y Berrenda de Andalucía, Cacereña, Gallega, Pirenaica, Murciana y Tudanca, procedentes de diversas regiones de España. A través de los siglos la selección natural creó una raza resistente al medio adverso, a plagas y enfermedades, capaz de alimentarse con pastos de baja calidad y de reproducirse sin problemas. Por desgracia, el valioso capital genético del ganado criollo se perdió casi en su totalidad debido a la introducción posterior de razas europeas de leche, como la Holstein y la Pardo Suiza, así como el cruce masivo con razas cebuinas.

INTRODUCCIÓN DEL GANADO:

Fue Don Marcelo Villalobos, oidor de la isla de La Española, quien recibió de la Real Audiencia Española el Privilegio de poblar a Margarita de "cristianos españoles e indios y llevar a ella los ganados que fueren necesarios", misión que cumplió a pesar de las dificultades de la isla.

San Juan Bautista fue la primera comuna española de la isla de Margarita, fundada en 1529, por el teniente Pedro Mártir de Alegría luego de establecerse allí con su esclava Teresica, sin embargo, en 1525 se tienen noticias sobre la existencia en el lugar de un hato de ganado y posesiones de los pobladores de la isla de Cubagua, quienes llegaron en busca de agua dulce.

También se señala que las primeras especies ganaderas —bovinos y equinos básicamente— habían llegado a la Margarita en 1528. Se adaptaron de forma inmejorable y encontraron unas condiciones idóneas para la reproducción, de tal manera que desde los años 40, la isla no sólo se convirtió en el principal abastecedor de ganados de muchos puntos de Tierra Firme y la propia gobernación de Venezuela, sino que las reses y los caballos margariteños se llevaban a territorios tan alejados como la Nueva Granada. Desde la isla de Margarita se proporcionaban también los animales que precisaban las expediciones de exploración y conquista que por entonces se dirigían a diferentes puntos del Caribe y que obtenían en la isla gran parte de los aprovisionamientos necesarios, tal como, por ejemplo, sabemos que sucedió en 1569 con la empresa de Diego Fernández de Serpa: “Llegó a la Margarita, isla de Tierra Firme, el 4 de octubre, en donde a trueque de algunas cosas que llevaba compró ochocientas vacas a entregar en los llanos de Venezuela. Los soldados que pudieron se proveyeron de caballos en esta isla, en la que estuvieron ocho días...”. Todo hace pensar, por tanto, que los beneficios que generaban las actividades ganaderas debían ser considerables.

Los primeros pobladores de Margarita llegaron autorizados por una cédula de 1537. Según el historiador Ojer "se reconoció a Don Pedro Alegría, como primer poblador de esa isla y el que primero labró pan y cría de ganado en ella".

El 28 de marzo de 1.523 el rey Carlos V de Alemania y Carlos I de España, firmó una Capitulación con los alemanes Enrique Einguer y Geronimo Sayller que dio paso a la entrada de los Belzares a Venezuela. En ella se dio autorización real para el ingreso de ganado a nuestro país. En efecto, en una de sus cláusulas se establecía lo siguiente: "Y ansi mismo que vos daré licencia, como por la presente vos la doy, para que de las nuestras islas Española San Juan e Cuba y Santiago, podáis llevar a la dicha tierra caballos e yeguas e otros ganados que quisieredes y por bien tuvieredes, sin que en ello vos sea puesto embargo ni impedimento alguno". Los Welser entre los años 1529 o 1530, trajeron ganado a Coro. De allí se llevó ganado a la zona de El Tocuyo y Barquisimeto, debido a sus excelentes condiciones de clima, pasturas y agua.

Como herencia de esos rebaños ibéricos, en Venezuela apenas existe un núcleo de ganado criollo con el que se viene trabajando desde la década de los años 50 del siglo XX. La raza de estos rebaños se ha bautizado con el nombre de "Criollo Limonero", por ser originario de la zona del río Limón en el estado Zulia.

En 1545, Juan de Carvajal, que vivía en Coro, se dirigió con varias familias de colonos a la zona de El Tocuyo y fundó la ciudad de Nuestra Señora de la Concepción de El Tocuyo, creando la primera encomienda en territorio de la actual Venezuela. Carvajal distribuyó los indígenas a los vecinos según dicho sistema. Para el año 1546, ya había en dicha encomienda, unos 100 caballos, 200 yeguas, 300 vacas, 500 ovejas y cerdos. Se calcula que en la época de la fundación de la ciudad de El Tocuyo, ubicada entre la ciudad de Coro y Barquisimeto, existía en la isla de La Española alrededor de 500.000 cabezas de ganado bovino.

Para el año de 1550 ya Coro contaba con criadores exitosos de ganado, según se desprende de Carta del Obispo de dicha ciudad, Don Miguel Jerónimo Ballesteros al rey de España de fecha 20 de octubre de dicho año, en la que señala: "Hay dos cristianos viejos, honrados, los más cabdalosos y ricos del pueblo, quel uno se Llama Bartolomé de Castellanos y el otro Alonso Martín, convendria questos fuesen regidores, porque como tienen su hacienda toda en ganados, procuran perpetuidad de la tierra". En la carta antes citada, el Obispo comprueba la existencia de ganado en El Tocuyo, cuando en dicha misiva informa al rey: "Tuve noticia que mucha gente de la que está poblada en El Tocuyo, se quería ir con sus ganados al Nuevo Reino". Tal propósito de la gente de El Tocuyo fue abortado con medidas impositivas. Por Cumaná también llegaba ganado importado, pero en menor proporción que el ingresado por Coro.

El Tocuyo funcionó como la capital de la Provincia de Venezuela, y desde allí, se emprendió la conquista territorial, la fundación de ciudades y el poblamiento del Occidente y del Centro de Venezuela. Esta población llegó a constituirse en el principal centro ganadero de la Colonia, de allí se exportó a Nueva Granada y se continuó la propagación de los rebaños hacia Los Llanos.

La primera exportación de ganado la realizó desde El Tocuyo hasta el Nuevo Reino de Granada el italiano Galeotto Cei, quien logró reunir 22 hombres, 200 indios e indias de servicio, 80 yeguas y caballos, 60 vacas y 1.500 ovejas. Obtenido el permiso para salir hacia las tierras altas de la actual Colombia.  Cei partió esperanzado en que la riqueza de las minas de oro de aquella zona, le depararía un buen pago por el ganado.

Galeotto, inició su largo peregrinar en el mes de Noviembre de 1550; después de 25 leguas de camino llegó a las tierras llanas, costeando siempre la serranía hasta llegar al actual río Guanare, luego al Boconó y más tarde al Guasábara y al Tapia. Atravesó grandes llanuras con abundante pasto, sorteó bajíos llenos de plaga, paludismo, abundante pesca y voraces caribes, hasta llegar a principios de febrero al río Guaca; luego continuó hasta el Sarare, y a finales de dicho mes al Arauca.

Galeotto Cei continuó su peregrinar hasta llegar al Casanare. El 28 de Marzo de 1551 comenzó el ascenso hasta alcanzar las fuentes del Casanare. Luego de un prolongado ascenso, llegó al primitivo poblado de La Salina en tierras de la actual Boyacá. Después continuó el ascenso durante 30 leguas llegó a comienzos de Mayo de 1551 al poblado de Chitá, donde murieron muchos indios a causa del frío. Finalmente vendió el ganado a un precio muy inferior al que había tenido tres años antes.

Fueron varios los intentos para llevar reses desde Margarita a las costas venezolanas, poco propicias para la ganadería. Pero sin duda el más importante fue el realizado con éxito por Don Diego Fernández de Serpa, en 1562, quien luego de un primer viaje fallido en 1549, logró llevar 800 vacas a territorio continental siendo gobernador de la provincia de Venezuela, aunque fue necesario adentrarlas lejos de la costa, hasta El Tocuyo, sabanas de Carora y los llanos del sur, donde existían excelentes pasturas.

Juan de Villegas, quien ejercía además los cargos de Capitán General y Alcalde Mayor de la Gobernación en el Asiento del Tocuyo, fue quien propició el avance ganadero hacia otras zonas como Borburata. Villegas, quien había fundado la población el 24 de febrero de 1548 bajo el nombre de "Nuestra Señora de la Concepción de la Borburata" dió instrucciones al capitán Pedro de Alvarez (Peralvarez), para que llevase ganado y poblara a Borburata que había estado abandonada.

Dicho capitán salió del Tocuyo el 19 de noviembre de 1549 con las siguientes órdenes de Villegas: "Saldreys deste asyento del tocuyo mañana miércoles que se contarán veynte días deste presente mes de Noviembre deste año de mil y quinientos y quarenta y nueve años con la jente de pie y de a cavallo y mugeres y ganado y otros aderezos que para poblar la dicha ciudad de nuestra señora de la concibción embio y con todo ello yreys derecho a la laguna de tacarigua y de allí al dicho puerto de borboroata e yreys poi el camino de los llanos por donde yo fui a descubrir la dicha laguna y puerto la sygunda vez que fuy deste asyento pues oomo sabeys por averydo conmigo el camino es bueno".

Por el puerto de Borburata, hacia el año 1.550, el Capitán Vicente Díaz Pereira trajo un lote de ganado vacuno y aves de corral. De ese núcleo de crianza, se llevaron posteriormente sendos lotes a Valencia y los Valles de Aragua.

Justo Desque comerciante y encomendero de Borburata aparece casualmente registrado por primera vez en documentos de cuentas reales hacia 1552, en un asiento por cobro de almojarifazgo de entrada cancelando el importe de unas reses y caballos posiblemente traídos de una expedición a la isla de Margarita. Posteriormente, se le asientan pagos diversos por introducción de “mercaderías” y reses en varios años.

La ciudad de Valencia se formó "de hecho", al amparo de un hato de ganado establecido por el capitán Vicente Díaz en 1552, quien en 1550 había entrado un lote de ganado y otros animales por el puerto de Borburata, como se citó anteriormente.

Cuando en 1.553 Alonso Arias de Villasinda tomó posesión del cargo de Gobernador, se encontró con una provincia floreciente, pues en sus ciudades, pueblos y villas, había abundante comida y los rebaños alcanzaban la cifra de más de 3.000 vacas, 12.000 ovejas, 1.000 caballos, mulas y mucha cantidad de cabras y puercos.

En el año 1.558, el Capitán Francisco Ruiz fue comisionado para que, saliendo de la isla de Margarita, llegase a tierra firme y estableciese una ruta a caballo, que sirviese para transportar ganados vacunos, mulas y caballos hasta el Nuevo Reino de Granada, donde hacían mucha falta para la conquista y que, -hasta entonces- se transportaban con mucha dificultad a lo largo del río Magdalena. El capitán Ruiz logró hacer la difícil travesía con 60 hombres y 80 caballos; pobre y enfermo llego a Tunja, pero pasó a la historia por haber abierto la ruta ganadera a Santa Fe de Bogotá. Desde Venezuela se dio una contribución fundamental para la expansión ganadera de la hoy República de Colombia.

A partir de 1561 se comenzó a sentir la necesidad de incrementar el abastecimiento de la ciudad de Santiago de León de Caracas y comenzó el proceso de penetración a los llanos para iniciar la cría de ganados y la comercialización de la carne, queso y cueros entre otros productos. El proceso fue lento pero progresivo, al inicio se fundaron hatos en los sitios de Paya, San Antonio, Las Palmas, Aricapano, La Platilla y Tinaco.

En 1569, se trajeron a Cumaná, -desde Margarita- reses y aves, con las cuales se inicio la cría en los llanos orientales y en Guayana. A mediados del siglo XVII ya era abundante la producción de carne en los llanos de Anzoátegui y Monagas. 

Caracas fue fundada en el sitio donde en 1560 había estado ubicado el hato de San Francisco, establecido por el mestizo Francisco Fajardo en la provincia de Caracas. Las reses se fueron propagando a los Valles del Tuy y San Sebastián de los Reyes, esta última población se caracterizó por llegar a ser uno de los centros ganaderos más importante del país.

En 1573 Felipe II promulgó las "Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias". Refiriéndose a la calidad de la tierra que se iba a poblar, el rey determino en el artículo 35 de dicha Ordenanza lo siguiente: “y que sean fertiles y abundantes de todos frutos y mantenimientos y de buenas tierras para sembrarlos y cogerlos y de pasto para criar ganados de montes y arboledas para leña y materiales de cassas y edifficios de muchas y buenas aguas para beuer y para regadíos”.

Igualmente Felipe II se preocupó de señalar las condiciones que deberían reunir quienes fuesen beneficiarios de la repartición de tierras, así lo señalaba en el artículo 47 de dicha ordenanza: "Conforme al caudal que cada vno tuuiere para emplear a la mesma proporçion se le de repartimiento de solares y tierras de pasto y labor y de indios a otros labradores, a quien pueda mantener y dar pertrechos para poblar labrar y criar”.

El Padre Nectario María  cita que ya para el año de 1570 se comerciaba con ganados desde El Tocuyo para la Nueva Granada y para comprobarlo señala el caso de  Pedro Villarroel, comerciante en ganados, quien llevaba desde el Tocuyo para la región de Santa Fe unas 500 unidades, entre reses, caballos, mulas y asnos e iba escoltado por 16 soldados armados pero fue atacado por los indios Bailadores y asesinado junto con 14 de sus escoltas y los miembros de su comitiva, sobreviviendo apenas dos soldados.

El proceso de ocupación del dominio llanero se inicia con intenciones coloniales, al final del siglo XVI, con la fundación de San Sebastián de los Reyes en 1.584. Este hecho histórico fue realizado por Sebastián Díaz De Alfaro, quien, citado por Briceño Tarcila, señala que en ese mismo momento, ya se había comenzado un proceso de penetración desde la ciudad de Mérida hacía los llanos.

Con la fundación por el Capitán Juan Andrés Várela de un pueblo de avanzada en el Valle medio del río Santo Domingo, en su vertiente derecha, con el nombre de Altamira de Cáceres, (génesis de la actual Barinas), se inicia la ocupación de los llanos del pie de monte andino, comenzando a desarrollarse la ganadería, la cual alcanza su mayor auge, partir del siglo XVII y, muy particularmente, en el siglo XVIII. En esa extensa zona comienza a desarrollarse el latifundio representado por el “hato” y por la hacienda ganadera como unidad de  producción, los cuales sirvieron de base de operaciones y suministros para la formación y fundación de los pueblos de nuestros llanos.

La cría de ganado vacuno se debió iniciar en Barinas hacia el año 1579, cuando vecinos de Altamira compraron reses y cerdos en Mérida. Para el año 1608 ya existía en la zona llanera hatos de ganado, según lo señala la Profesora Ruiz Tirado en una investigación realizada al efecto.

Para 1.582 ya existía cría de ganado en los "Llanos de San Cristóbal y Cúcuta", como lo narra Fray Pedro de Aguado en su Historia de Venezuela.

En 1584 Sebastián Díaz de Alfaro funda San Sebastián de los Reyes. Esta población actuó como centro operativo para la introducción de ganados a los llanos. También fueron importantes para estos fines San Juan de Los Morros y la población de Ortíz.

El 16 de septiembre de 1597 el juez Juan de Velasco y Vallejo entregó al capitán Felipe de Agüero de la Villa de San Cristóbal una estancia de ganado mayor en el valle de Lobatera. La encomienda comprendía diecisiete indios, incluido su cacique.

LA COLONIZACIÓN DEL SUROESTE ANDINO LLANERO:

La región suroeste andina llanera de Venezuela, consta de una superficie aproximada de 2.500.000 hectáreas. Se ubica en las estribaciones de la cordillera andina, perteneciente al ramal del Uribante y desde allí nacen los llanos altos occidentales que pertenecen al territorio del estado Táchira, aunque también se proyecta al Municipio Ezequiel Zamora y la Parroquia Ignacio Briceño del Municipio Pedraza, ambos pertenecientes al Estado Barinas; igualmente se extiende al Municipio Páez del Estado Apure hasta la localidad de Guasdualito. Dentro de esta zona se encuentra el llamado "Gran Globo del Uribante", zona que consta de 250.000 hectáreas.

Durante la época colonial el estado Táchira fue considerado como zona de descanso y de paso de rebaños de ganado, arreos de mulas y numerosas mercancías que se trasladaban desde El Tocuyo, Trujillo, Mérida, Barinas, Alto Apure y Colombia.

El crecimiento del comercio ganadero entre Apure y la Provincia de Mérida y del Táchira por la parte de Pregonero, originó la necesidad de establecer una base de operaciones que se llevó a cabo con la fundación del pueblo de San Antonio de Caparo, perteneciente al Gran Globo del Uribante. El poblado se asentó muy cerca donde estuvo ubicado el antiguo puerto de los Bongos, al Sureste del río Caparo, en su margen derecha, a siete kilómetros de Abejales, (Táchira) y tres kilómetros de Punta de Piedra (Barinas). Dicho pueblo desapareció, por una parte a causa del cambio natural del cauce del río Caparo, y por la otra, por el avance de las vías de comunicación terrestre y el crecimiento de otras poblaciones con mayores servicios, que originaron la migración de la gente. Se sabe que al final del siglo XVII, existía un camino ganadero que venía de Apure, y los arrieros de ganado al llegar al río Caparo, pernoctaban en las tierras del hato de Los Blancos en suelo apureño. Luego, lograban atravesar éste río buscando pasar las reses por su parte más baja en el varano, para luego llegar a "San Antonio de Caparo". En la época lluviosa se dificultaba el paso de las reses por la parte baja del Caparo, por lo que se utilizaban bongos para llevarlas de una a otra orilla. Tal situación originaba pérdidas de numerosos semovientes, al volcarse las embarcaciones por la fuerza de la corriente, o al ser enbestidos dichos bongos por troncos de árboles que arrastraba el río producto de la erosión natural causadas por las intensas lluvias.

En su libro: "Descripción de las Indias Occidentales", Antonio de Herrera y Tordesillas señala para 1725 la existencia de abundante ganado en San Cristóbal. Así lo expresa: "La Villa de San Chriftoval, 13 Leguas de Pamplona, al Norte, poblóla el Capitan Francifco de Caceres , cerca de la Provincia de la Grita , afí llamada , porque los Indios falian á los Caminos á dár Grita á los Caftellanos, i matarlos: cogefe en ella poco Oro, i tiene gran aparejo de criar Ganado".

Estas labores comerciales en las que se sufrían muchas penalidades se desarrollaron permanentemente entre los actuales estados Apure, Barinas, Mérida y Táchira, durante los siglos XVII, XVIII, XIX y principios del XX, cuando se empezaron a construir las carreteras, en parte sobre las rutas de los antiguos caminos, generando su desaparición y creando las nuevas vías de comunicación. Si bien el antiguo camino se utilizaba para el «arreo» de los rebaños de reses, rumbo a Los Andes, también estaban a la mano los caudalosos ríos Apure y Caparo, que facilitaban el transporte en bongos de subproductos del ganado como la carne seca, cueros y queso así como  productos de otros animales como la carne de chigüire, el pescado salado y mercancías manufacturadas por la población como las hamacas y otras artesanías. Desde las ciudades de las montañas andinas se enviaba harina de trigo, azúcar, café, herramientas, telas, medicinas, panela, arroz y otros comestibles que se transportaban en bongos con capacidad de hasta dos toneladas. Estos bongos bajaban desde el río Caparo hasta encontrarse con el Apure y llegar al destino prefijado. Desde San Antonio de Caparo los rebaños de ganado proseguían su tránsito hasta llegar a Pregonero y Tovar donde eran engordadas, para luego ser vendidas para el consumo en todas esas regiones.

LA PROPAGACIÓN DE LOS REBAÑOS POR EL TERRITORIO:

Al fundarse las primeras ciudades, se hizo necesario criar ganado para poder subsistir y atender las exigencias alimenticias de la población; al crecer los rebaños, pudieron disponer de elementos para la organización de nuevas expediciones de conquista y el intercambio, lo cual amplió el comercio de la incipiente economía de la época.

Al incrementarse la población, los productos de la cría de ganado constituyeron un renglón importante de la economía colonial. Los habitantes de la Provincia de Venezuela comienzan a contar con una base segura de suministro de alimentos esenciales bajo el punto de vista dietético como carne, leche, queso y mantequilla, adicionalmente, se pudo contar con materia prima para la producción de sillas, sandalias, botas, suelas, sogas, enjalmas y otros artículos necesarios para la vida diaria y el desarrollo de actividades productivas.

El crecimiento de los rebaños -décadas después- permitió contar con bienes sobrantes que podían ser exportados, especialmente mulas y cueros, aparte de animales de carga para el transporte de mercancías, labores agropecuarias y comunicaciones.

La colonización desde los llanos altos de Venezuela se inició en la segunda mitad del siglo XVI. En cada sitio donde se asentaban los españoles, dada su gran tradición ganadera y la inobjetable ventaja de la crianza de ganado, siempre había la presencia de vacas y otros tipos de semovientes.

Durante el siglo XVI había establecidas tres rutas reconocidas en la expansión del ganado:

1.- La de Francisco Ruiz, que proveniente de Oriente del país, pasa por los Llanos de Paya (Alto Guárico Central) y llega hasta Acarigua.

2.- La de Juan de Carvajal que de El Tocuyo pasaba por Guanare hasta Pedraza la Vieja, en el estado Barinas.

3.- La de Cristóbal Guerra que proveniente de Santa Fe (Bogotá, Colombia), alcanzaba el Desparramadero del Sarare hasta los Llanos Altos Occidentales, aunque para Humboldt, las localidades de Coro y El Tocuyo fueron desde donde provino el ganado.

En 1612 ya existía un camino Real que partía de Pamplona, pasaba por La Grita,  Bailadores,  llegaba hasta Mérida y continuaba hasta Trujillo, continuaba hacia El Tocuyo, Quíbor,  Barquisimeto, Nirgua, Valencia, hasta llegar a Caracas, según lo cita Fray Pedro Simón narrando el viaje que realizó desde Bogotá a Venezuela.

Según Fray Jacinto de Carvajal miles de reses cimarronas vagaban a mediados del siglo XVII en los Llanos de Apure. En las inmensas llanuras se reprodujo el ganado con rapidez, pronto los cueros y los cordobanes (cueros curtidos de macho cabrío), adquirieron gran importancia tanto en la zona llanera como en el centro occidente, lo mismo que las suelas, como subproductos de la ganadería. El comercio de cueros llegó a ocupar el tercer lugar en las exportaciones, después del tabaco y del cacao.

En ese mismo momento, ya estaba avanzando desde la ciudad de Mérida el proceso de penetración hacía los llanos.

San Sebastián de los Reyes fue el núcleo propagador de la introducción de ganado hacia el interior de los Llanos. Igualmente, la población de Ortiz, por su posición estratégica, fue punto de encuentro para el comercio de ganado, tabaco, cueros y otros productos que se llevaban hacia las ciudades y villas.

Los envíos de ganado desde San Sebastián llegaron a los llanos guariqueños, extendiéndose los rebaños por la inmensa llanura de abundantes pastizales naturales, expandiéndose en los hatos durante el siglo XVII hasta llegar al Orinoco.

La corona española pretendía realizar una conquista y colonización ajustada a derecho, cuestión que fue burlada en muchas ocasiones por los conquistadores y colonos.

Para 1620 ya se exportaban cueros hacia España y la ganadería creció hasta convertirse en una de las principales actividades económicas de la Colonia. Los productos como carne seca, leche, queso y mantequilla eran muy solicitados para la alimentación de la población.

En 1.620 el Visitador del Corregimiento de Mérida Alonzo Vásquez de Cisneros, dictó medidas de resguardo a los indios de Mérida a objeto de evitar la desaparición de las tierras comunales indígenas, amenazadas por los criadores de ganado. Dictó fuertes penas contra quienes criasen ganado mayor dentro de una legua alrededor de cada resguardo indígena.

Para el año 1628, la viuda del capitán Miquel de Ochagavia, obtuvo del Gobernador Pacheco Maldonado cuatro cuadras de tierra en la Mesa de Moromoy, (Barinitas, estado Barinas) y dos estancias de ganado mayor junto a un hato de vacas en los llanos de Barinas. En 1629 obtuvo igualmente una estancia de pan y la confirmación del título de 4 estancias de ganado mayor pertenecientes a su difunto esposo Miguel de Ochagavía.

En 1650 los cueros, procedentes principalmente del ganado bovino, representaban el 19,1%. De las exportaciones desde la Provincia de Venezuela.

COLONIZACIÓN DE APURE:

La historia de la colonización de la región apureña y su incorporación como zona productiva ganadera, dada la extensión de la zona se demoró mucho tiempo. Aun cuando existían grandes rebaños de ganado, producto de los escapes de reses de los rebaños conducidos para las ciudades coloniales, fue apenas en 1.647, después de 155 años de haberse descubierto América que se realizó una exploración detenida y pormenorizada del río Apure con el viaje exploratorio que hace el capitán barinés Miguel de Ochogavia por las aguas del gran río. El explorador tenía la intención de fundar algunos pueblos de españoles e interconectar la región barinesa con Guayana y las Antillas.

Las difíciles condiciones ambientales de la región, de tierras aluvionales, inundables, relieve plano, poca fertilidad de los suelos, presencia de innumerables plagas y enfermedades y una gran soledad extendida por 76.500 kilómetros cuadrados, fueron razones para que no se estableciesen grandes núcleos humanos permanentes.

Luego, aproximadamente en 1651 se fundó San Miguel del Castillo de la Nueva Calatayud, la primera población española,  de corta duración.


En los llanos del Apure se producía mayoritariamente ganado vacuno y caballar; los productos agrícolas provenían del cultivo en los conucos, ubicados en los hatos, pero trabajados por obreros de confianza del dueño, que les permitía tener pequeños lotes dentro de su propiedad para producir alimentos de subsistencia.

La ganadería fomentó el poblamiento de los llanos y alrededor de los hatos llegaron a constituirse caseríos y pueblos. La gran expansión ganadera obligó a los dueños de hatos a buscar mano de obra que pudiese manejar los rebaños con destreza, pues los indios no tenían esas aptitudes, y en algunos casos, huían y se escondían en la inmensa llanura. Se trajeron esclavos negros que provenían de regiones de Africa donde existía tradición ganadera. Al cruzarse estos esclavos con la población indígena y mulata, se originó el "llanero", que siglos después, daría su contribución fundamental para la independencia, no sólo de Venezuela sino latinoamericana.

El ganado que se transportaba hacia diversas zonas del inmenso territorio, siempre sufría reducción en el rebaño debido a los escapes de los animales en tiempos de tormenta y al miedo de los bovinos ante la presencia de las fieras. Esta situación originó que los rebaños de animales en estado salvaje se reprodujera de forma extraordinaria, originando inmensas manadas de ganado salvaje llamados popularmente "cimarroneras", las cuales ocupaban grandes extensiones, vagando por los llanos, llegándose a la situación de tener que matar el ganado para simplemente aprovechar el cuero, y en algunas ocasiones solamente para evitar el daño a sementeras y cultivos.

El comercio con productos del sacrificio de ganado se hacía con la venta de cueros, y menor importancia tenía la venta de cecina y algunas reses en pie a las islas del Caribe. El mayor impacto comercial se logró con la venta de rebaños provenientes de los llanos hacia Colombia, por la ruta de las montañas de San Camilo.

Don Sebastián de Mier y Terán, poderoso hacendado, entró a los Llanos, entre los años 1760 y 1765, primero lo hizo con sus mayordomos –seguramente con fines de reconocimiento- y luego nuevamente con sus rebaños, pues ostentaba el título de Capitán Poblador. Este rico hacendado era dueño de tierras y esclavos en Barbacoas, San Sebastián, Calabozo y Caracas. Junto a él entraron también el Dr. don Fernando Dominguez, Adrián Camacho, Adrián Delgado y otros criadores. Entraron con fines de “pacificación” fuertemente armados y con el apoyo de sus mayordomos. En los llanos fundaron hatos y queseras, cazaron cimarrones, aquerenciaron ganados y establecieron el régimen de legalidad creando estructuras como la Junta de Hacendados Ganaderos y las Cuadrillas de Ronda. Cerca de ochenta criadores habían entraron junto con los primeros Capitanes Pobladores a los territorios de Apure.

La colonización se intensificó hasta la ocupación total del territorio a mediados del siglo XVIII, con el establecimiento de las misiones capuchinas andaluzas, acompañadas de los hateros ganaderos de los valles centrales y villas llaneras del Alto Llano y Occidente del país.

Lento fue el proceso que dio origen a la colonización ganadera en Apure. Los ganaderos iniciaron sus avances hacia la llamada Otra Banda de Apure, primero con sus mayordomos y posteriormente con sus rebaños y familias en dirección Norte a Sur; desde la Provincia de Caracas y sus adyacencias. Sus avances llegaron hasta el Meta y el delta del Orinoco

En primer lugar, sucedieran incursiones esporádicas, caracterizadas por la dispersión de los sitios poblados, con una marcada dependencia a la villa de Españoles de San Jaime, fundada en 1753 con la finalidad específica de controlar efectivamente el furtiva comercio que se desarrollaba en forma ilícita por las márgenes del Apure con rumbo hacia Angostura y del cual eran participes grupos de holandeses, ingleses e indios caribes que deambulaban libremente por las sabanas.

En este primer momento, entre 1750 y 1760 el poblamiento ganadero en los llanos de Apure comprende la avanzada de las órdenes religiosas con escolta de criadores y la consecuente distribución del espacio en tres zonas bien delimitadas a saber:

La correspondiente a las Villas, en este Caso las Villas de San Jaime (españoles) y San Antonio de Padua de las Cocuizas (Mulatos).

En segundo lugar la correspondiente a poblados indígenas, dispersos en el territorio, en su mayoría no reducidos.

Por último, la correspondiente a los hatos, unidades de poblamiento y producción igualmente dispersos en el territorio. La dispersión es el elemento predominante en el conjunto.

En Caracas, en 1775 el señor don Lorenzo Joseph Fernández de León señaló que había establecido y fundado la Villa de San Jaime a orilla del río Apure constituida por vecinos y moradores de dicha zona y por vecinos y dueños de hatos y ganados de la Villa de San Carlos y de otras ciudades y lugares de la provincia de Caracas. Los ganaderos acompañaban a los padres capuchinos y ya internados con sus ganados, poco a poco fueron descubriendo, pacificando y poseyendo, junto con los misioneros los terrenos incultos y como alguno lo señaló: “aún ignorados de parte de la ciudad de Barinas”. Luego se produjo el enfrentamiento de los dueños de hatos por la forma de actuar los misioneros, quienes buscaban cristianizar a los indios, mientras que a los hateros, producto de la sed de tierras, lo único que les interesaba era la ocupación y explotación del territorio.

Diversos grupos de dueños de hatos se habían asentado hacia el año 1780 en las mejores tierras de Apure. Entre ellos se destacan los capitanes pobladores Fernando Domínguez de Rojas, don Andrés Curvelo y don Sebastián Sánchez Veles de Mier y Terán, quien fundó e hizo crecer el hato La Cruz, luego La Cruz de Guariquito y finalmente La Cruz Rubiera o La Rubiera, apodo que le dieron por su color blanco: «Los rubios».

En el año de 1750 aparece un hato en los alrededores de Guasdualito.

Don José Ignacio del Pumar, Marqués del Pumar y Vizconde de las Riberas de Boconó, inició la conquista del Alto Apure, a principios del siglo XVIII, quien realizó diversas fundaciones ganaderas que culminaron en la fundación de la ciudad de Guasdualito en 1769.

Las órdenes religiosas avanzan cautelosamente escoltadas por algunos criadores que brindan el apoyo de sus armas y aprovechan la circunstancia para fundar a través de sus capataces y mayordomos sitios de hatos, ocupan la tierra. A partir de este momento, se comienza a perfilar el marcado interés de organizar una ganadería de rodeo y de imponer una normativa que regulase a su favor la riqueza social de los llanos: el ganado.

Los conflictos entre criadores y misioneros no tardaron en presentarse: la apetencia de los criadores se transformó en el acicate de los misioneros y muchas quejas comenzaron a elevarse ante las órdenes superiores por el hostigamiento a que se veían sometidos y la constante destrucción de los pueblos fundados para la reducción de los indios gentiles.

Tanto la Villa de Españoles de San Jaime como la Villa de Mulatos fundada por vecinos procedentes de Barinas denominada- de San Antonio de Padua de las Cocuizas, cumplieron el papel de centros demográficos en este primer momento. En efecto, de ellas provenían tanto los hombres como los bastimentos para las huestes que entraban con violencia en la sabana.

Al amparo de las Villas otros criadores incursionan procedentes de Caracas, San Sebastián de los Reyes, San Carlos de Austria, Calabozo, El Sombrero, Barbacoas y otras localidades de la provincia de Caracas. Los ganaderos incursionan con sus mayordomos y comienzan a fundar hatos en forma paralela a la entrada de misioneros con escolta. Se observa con particularidad que estas primeras incursiones se ejecutan con una finalidad exploratoria; los criadores y mayordomos entran sin rebaños a cazar cimarrones.

A la violencia de las primeras entradas se incorporó la violencia desatada entre los criadores y los misioneros por el derecho a la ocupación de tierra.

A partir del año 1750 en las sabanas del Apure y Arauca se dio la creación de gran número de hatos, a la par que se fundaron nuevos poblados como: Cunaviche en 1767, San Rafael en 1768, San Juan de Payara en 1769, Guasdualito en 1770, El Amparo y Trinidad de Orichuna en 1771, Guasimal y Achaguas en 1774, El Nula y Apurito en 1781, Quintero en 1786.

En Guárico el presbítero Jerónimo de Rebolledo de Villavicencio, fundó en 1712 el pueblo de San Andrés de Aricapano de Barbacoas. El citado sacerdote fue propietario del hato “El Islote” y de las tierras de las inmediaciones. Su hermano el también sacerdote Agustín de Rebolledo de Villavicencio, fue fundador del hato Belén, en jurisdicción de Las Mercedes del Llano. Otro hermano de estos sacerdotes de nombre Andrés de Rebolledo fue encomendero.

En un Censo Ganadero del año 1723 se indica que la introducción de la ganadería vacuna comenzó a implantarse en 1561 para garantizar el suministro de carne a la ciudad de Caracas. Para ese cometido fundaron hatos en los llanos y en los sitios de Paya, San Antonio, Las Palmas, Aricapano, La Platilla y Tinaco, así como otros lugares y términos que comprendían la ciudad de Caracas y San Sebastián de los Reyes. Así, lentamente fue avanzando la colonización hacia los llanos.

En 1786 se creó la Provincia de Barinas y las tierras de la Otra Banda del Apure fueron incorporadas a la misma tras su fundación en 1788 por el Capitán de Infantería de los Reales Ejércitos Fernando Mijares Gonzáles. En 1823 se creó la Provincia de Apure, desmembrada de la de Barinas, ya finalizada la Guerra de Independencia.

LA GANADERÍA EN GUAYANA:

La fundación de las Misiones en Guayana a inicios del siglo XVIII por parte de los Capuchinos, constituyó uno de los hitos más importantes en el desarrollo de la ganadería en Venezuela

El cinco de mayo de 1724 los misioneros Capuchinos fundaron en el sitio denominado Suay, la Misión de la Purísima Concepción de Suay. Para ello el Padre Tomás de Santa Eugenia trajo ganado donado por la Misión de los padres Observantes de Píritu y de un ganadero de la zona. Después de una larga travesía el sacerdote capuchino llegó a su Misión con 100 reses. La Misión de Suay estaba situada donde hoy se encuentran los castillos de Guayana, a tres leguas de Santo Tomé. Este núcleo de ganado constituyó la base de los grandes rebaños de ganado vacuno que formaron la riqueza más visible de estas misiones.

En marzo de 1733 existía un rebaño de ganado en la misión jesuita de Nuestra Señora de la Concepción de Uyape, en Guayana, el cual fue eliminado por los indios Caribes en un ataque que destruyó dicha misión.

En 1737 en el Yuruari medio, se fundó la Misión de la Divina Pastora que serviría de hato para la mayor parte del ganado. En 1759 se decidió trasladar el ganado al sitio de Urimna por falta de pastos y de agua para la gente y el ganado.

En 1740 cuando el gobernador Carlos de Sucre abandonó el mando en las provincias de Guayana y Nueva Andalucía (Cumaná) dejó en plena producción 121 hatos con sesenta mil reses.

En 1765, poco después del traslado de Santo Tomé al sitio de Angostura, el pueblo y la misión de Suay fueron trasladados a la margen izquierda del Caroní con el nuevo nombre de Misión de la Purísima Concepción del Caroní, siendo la más importante de los más de 30 pueblos de misión fundados en ese territorio.

Las misiones fueron sumamente importantes para la consolidación del poder español en Guayana. Los capuchinos lograron establecer el sistema de hatos e impulsaron el desarrollo económico de la región.

Gracias a su trabajo apostólico fundaron 67 pueblos de indios, de los cuales 30 lograron consolidarse. También establecieron dos villas de españoles, todo con sus respectivas iglesias. Gracias a la cría de vacunos, los misioneros lograron transformar al indígena en ganadero o en artesano, con el correspondiente avance cultural que tal hecho implicaba.

El sistema de hatos en cada pueblo permitió el desarrollo hacia el interior de Guayana, logrando crear barreras para las incursiones de los caribes y holandeses y luego a los intentos de penetración de los portugueses.

Los misioneros utilizaban Puerto de Tablas -hoy San Félix- para la exportación de sus productos, desde donde salían goletas y barcos. También utilizaban el embarcadero de San Joaquín, desde donde enviaban tasajo para Angostura, hoy Ciudad Bolívar.

La producción de las misiones abastecía al Presidio de Guayana. La principal actividad económica de Guayana a finales del siglo XVIII fue la ganadería, producida principalmente por las misiones, quienes enviaban sus productos a la Nueva Granada, El Esequibo y Martinica así como cueros para la fabricación de botas y zapatos a Cataluña.

Las misiones continuaron desarrollándose hasta llegar a contar con más de 100 mil reses. Durante la guerra de Independencia fueron la despensa de los ejércitos realistas, hasta que el general Piar en 1817 las tomó, fusilando a los misioneros. Esto culminó con la desaparición de los inmensos rebaños, debido al sacrificio para alimentar el ejército patriota y a la venta de semovientes para la compra de pertrechos militares a los ingleses.

Durante la gobernación de Manuel Centurión en Guayana se efectuó un censo ganadero a los misioneros catalanes el cual arrojó la existencia de 94.710 reses sin contar los becerros de un año y las reses que no se pudieron atrapar. Personal de los hatos informaba que anualmente se herraban entre 11 mil y 12 mil becerros.

En 1768, Manuel Centurión gobernador de la Provincia de Guayana envió un informe al Rey en el que promueve la necesidad de fundar en el Alto Orinoco una población que se llamaría Esmeralda. Señala la importancia de fundar allí un hato de ganado para asegurar la subsistencia de sus habitantes. El Rey aprobó el informe, y ordena que se faciliten 6.000 pesos de las cajas reales de Cumaná para ayudar a la creación del hato de ganado propuesto por el gobernador. Para 1734 los rebaños de Suay fueron trasladados al sitio de la Ceiba o Yucuario, por falta de pastos y estar el ganado creando graves problemas; se dejaron las reses suficientes para atender las necesidades de Suay y Moruca.

En el Zulia, Antonio de Arévalo, llamado "El Pacificador de la Guajira", entre los años 1772 y 1776, resaltaba la abundancia de los rebaños de ganado bovino, mular y caballar, así como el gran comercio con cueros al pelo y cebo.

Para 1.777 en San Carlos (en el actual estado Cojedes) se contaba con una hacienda de azúcar y 135 hatos de ganado; en San Sebastián 138 hatos ganaderos; Santa María de Ipire contaba con 183 hatos de ganado bovino; Calabozo tenía 116 y Coro 95.

Para el año de 1787, la población de Guasdualito contaba con 9 hatos y 15 mil vacunos y una población de 728 personas.

En 1.797 se exportó por La Guaira la cantidad de 48.215 cueros de res; en 1.798 la cifra bajó a 43.269; en 1.799 continuó el declive con 40.099 cueros exportados; en 1.800 el declive se profundizó al exportar apenas 16.756 cueros.

Desde Venezuela, a finales del siglo XVII se comerciaba en diversos renglones con Cuba y Puerto Rico, entre los que destacaban los subproductos del ganado. A Cuba se enviaban, desde Barcelona, carne salada y seca, a cambio de azúcar, cera y plata. De Maracaibo, Cacao; de Coro, cueros y quesos; de Puerto cabello, mulas; de La Guaira, cacao y zarzaparrilla.

Alrededor de 1669, funcionó un hato de los españoles, en lo que hoy es Aragua de Maturín que fue atacado por los indios; abastecía a las poblaciones ubicadas hacia el norte del territorio neoandaluz (Provincia de Nueva Andalucía).

Pocas décadas después se convirtió en un lugar donde se recibían para cría y distribución, los ganados de los llanos, que poco a poco se van convirtiendo en territorios arrebatados a los indios Cariña, quienes fueron desalojados y huyeron hacia el sur de lo que hoy es Anzoátegui y hacia el Orinoco.

Los ganaderos llaneros, en su gran mayoría, dadas las enormes distancias, la ausencia de caminos y su espíritu independiente, hacían una vida casi al margen de la sociedad colonial. En los llanos, a principios de la guerra de independencia pastaban 1.200.000 vacunos, 180.000 caballos, y 90.000 mulas.

El Camino Nacional del Meta era la vía de comunicación del interior de Colombia con el rio Orinoco y a su vez con el Atlántico a través de Venezuela.

El Camino Nacional del Meta fue considerada la ruta mas directa entre el centro del Virreinato de La Nueva Granada y España. Durante el siglo XVIII hasta finales de la Colonia hubo comercio de sal, plantas medicinales, ganado y otros productos naturales de la parte alta del llano y del interior con el Orinoco y las Guayanas.

El Camino Nacional del Meta fue abandonado debido a la presión ejercida por la ciudad de Cartagena, cuyo puerto también comunicaba al Virreinato con España, lo cual ocasionó su desaparición.

LA GANADERÍA DURANTE EL SIGLO XIX

Para 1.810 el rebaño venezolano era de 1.200.000 reses. Al iniciarse la guerra de Independencia, los grandes rebaños extendidos por las inmensas llanuras del país, sirvieron para alimentar tanto a las tropas reales como a las patriotas. El censo ganadero se redujo y la ruina agobió a los ganaderos y la población en general. Los precios se dispararon ( en menos de un año la carne subió de 4 a 48 reales la libra el papelón de 1 a 10 reales, etc.); se produjo una anarquía total mercantil y sobrevino la bancarrota financiera.

En 1814, durante la segunda república, Simón Bolívar ordeno requisar todos los frutos de almacenes y haciendas; recoger todo el ganado que fuese posible y venderlo al público.

El General en Jefe José Antonio Páez mucho se preocupó durante la guerra de Independencia del futuro de la ganadería, así lo expresa en sus memorias: «En medio de aquellos sucesos y á pesar de mi absoluta consagración á la guerra, nunca perdí de vista, como punto de interés vital para el país, la conservación de las crías de ganados: contraje todo mi celo y dicté además órdenes eficaces para que no se extinguieran, y me lisonjeo de creer que á tales medidas se debe la existencia de un semillero de riqueza, que á pesar de la larga duración de la guerra y del consumo de los ejércitos beligerantes, germinó después por toda la República.—De Apure ha salido el principio de todos los hatos que hoy existen.»

Terminada la guerra de independencia a partir de 1.830 se incrementó el negocio del ganado vacuno en 783,67%, en tanto que el manejo de cuero se incrementa en un 284,45%. El hato constituyó la forma predominante para la cría de ganado realizada en el extenso territorio de los llanos venezolanos. La crianza de ganado era en libertad, lo cual obligó a los hateros a incorporar nuevas tierras para poder permitir el crecimiento de sus rebaños. Durante el siglo XIX la creación de hatos se acrecentó motivado a la venta de tierras ejidales y nacionales, y  también, a la práctica de entregar tierras para compensar a los soldados y oficiales que habían participado en la guerra de Independencia, quienes en muchas ocasiones los vendían a dueños de hatos para extender sus dominios. Debido a la poca tecnología y baja mano de obra necesaria para realizar la producción ganadera  los dueños de hatos sufrían más por el abigeato y los altos impuestos que hasta principios de 1860 gravaban la producción ganadera.

En 1826, dado el desastre productivo generado por la guerra de Independencia, estaba muy afectada la producción agropecuaria para el consumo interno, lo cual agravó los problemas de desabastecimiento. Esta situación,  sobre todo presentada en la provincia de Caracas originó la subida de precios en bienes de la dieta diaria de la mayoría de la población, como ocurrió con la carne, el maíz y otros granos.

A partir de 1830 el gobierno del general José Antonio Páez impulsa las buenas relaciones con los guajiros mediante el intercambio pacífico con la población de Sinamaica, en la que los nativos llevaban a vender ganado y sus derivados como cueros al pelo, sal, sebo y carne salada, productos de buena acogida en el mercado del Caribe.

En 1840 el gobierno de Venezuela emitió varios decretos tendentes a buscar la pacificación de los guajiros y para este fin se estipuló la entrega de ganado a los indígenas que por voluntad propia quisiesen reducirse; en este sentido jugarían un papel importante las misiones capuchinas divididas en circuitos de reducción y los capitanes pobladores nombrados y organizados por el gobernador de Maracaibo.

En 1841 el gobierno presidido por el general Carlos Soublette emite un decreto por el cual se establece el buen trato con las tribus guajiras, y el General Páez en su segunda administración emite el Código Orgánico para reglamentar el comercio con la Guajira. En este mismo año, se observó que el comercio con la Guajira, había comenzado a recuperarse. Los guajiros tuvieron confianza para llegar a Sinamaica y negociar sus productos. En menos de un año, se logró que los indios negociaran en Sinamaica entre otros productos, 3.796 reses, 232 caballos, 52 mulas y 501 burros.
Para 1.844 la ganadería extensiva se dispersaba en la amplia zona de llanos bajo formas precarias de ocupación del territorio, mientras que una actividad ganadera más intensiva de ganado vacuno y mular, pero más limitada, se desarrollaba entre las zonas donde se desarrollaba la agricultura, estimulada por las demandas de la agroexportación.

Las continuas guerras civiles luego de la independencia, diezmaron los ganados y no se pudo lograr un crecimiento sostenido de los rebaños.

GANADERÍA EN EL SIGLO XX

En 1900, en una empresa en la que aparecen, con otras personas, los ganaderos zaraceños Pedro Ron y Guillermo Felizola, Venezuela envió a Cuba los primeros vientres vacunos que rehabilitaron su ganadería arruinada por las guerras de fines del siglo pasado.

En los primeros años del siglo XX se calcula que anualmente entraban de contrabando desde Colombia por la Guajira, 30 mil cabezas, entre bovinos, equinos, ovinos y caprinos. La mayor parte de dichos semovientes eran cambiados por aguardiente, el cual retornaba a Colombia.

Las existencias de ganado, en 1922, no llegaban a 2.800.000 cabezas y eran apenas un 33% superiores a las estimadas por Agustín Codazzi en 1839; es decir, que habían crecido a una tasa interanual de 0,41%, habiendo llegado a disminuir para el año 1910 hasta 1.500.000.

Guárico se convirtió en el primer estado en recibir ganado de raza Cebú, el cual fue traído por el general Joaquín Crespo, quien importó de Trinidad en 1869, tres toros de tipo cebú, posiblemente Brahma, los que tal vez llevó a su hato "El Totumo". Tal información la dio el ganadero Fernando Calzadilla Valdés, quien la oyó a su abuelo el Dr. Calzadilla. Este dijo haber visto los toros y haber obtenido hijos de éstos.

En los albores del siglo XX Guasdualito contaba con 120 mil reses de cría que cada año aportaban a los lugareños unos 12 mil becerros.

Los ganaderos José Manuel Balza y Juan Francisco Bermúdez, fueron los primeros que llevaron al sur de Guárico, alrededor de 1912, sementales de tipo cebú.

Según el Censo Pecuario del Estado Zamora en el año de 1922, el número de reses eran de 345.554, con una hierra anual de 75.783 nuevas crías y 1.711.882 hectáreas se dedicaban a la cría.

Según el censo agropecuario de 1937 de las 90.000.000 hectáreas de territorio Venezolano 23.370.299 Has. estaban en manos privadas. De estas 3.343.694 eran tierras de agricultura y 19.932.605 tierras de ganadería; novecientas dos personas eran dueñas de 73 % de las tierras de ganadería, esto es de 14.610.512 hectáreas (De la Plaza, S. s.f.).

Entre los años 1.937 y 1.985 el crecimiento interanual del rebaño ganadero fue de 1,94%.

Para 1.984 existían en Venezuela 108.515 explotaciones ganaderas y una población bovina de 10 millones 800 mil cabezas.

La extensión de las áreas de pastos en 1.985 alcanzaba a 14.181.367, habiendo crecido en 35 años apenas un 0,14%. De ellas 9.161.163 eran pastos naturales y 5.020.204 de pastos artificiales.

Entre 1.980 y 1.985 la producción de carne ascendió a 340.000 Toneladas Métricas, incluyendo la introducción de ganado de colombiano de contrabando. Para 1.991 alcanzó a 380.000 TM.

En la Zona Sur del Lago, se requiere de una hectárea para producir diariamente un litro de leche y 157 gramos de carne (MAT, 2003). Sin embargo, el potencial del bovino doble propósito con un manejo intensivo genera un potencial productivo que oscila en el rango entre 100 y 120 litros de leche por hectárea por día y 2 kg de carne por hectárea por día.

En la misma Zona Sur del Lago, los datos indican que actualmente, la densidad animal está por el orden de una cabeza por hectárea, independientemente de la edad. Sin embargo, está demostrado que sistemas intensivos pueden sostener productivamente unos 14 animales, que utilizando la genética mestiza mejorada de la zona y bien alimentada, pueden producir en promedio 15 litros por vaca día, muy por encima de los 4,85 litros por vaca dia que se producen actualmente. (CONFAGAN, 2007; CLAYUCA, 200X; MINDACA, 2002; Contreras, 1999).

GANADERÍA DEL SIGLO XXI:

Sanjur, (2001) señalaba que en Venezuela se pierden anualmente unos 75 mil terneros, debido al alto sacrificio de vacas preñadas que se realiza diariamente. Esto, además de perjudicar directamente el patrimonio de los ganaderos, está el daño indirecto que se deriva de tener que comprar anualmente más de 6 mil sementales utilizados para cubrir las vacas que una vez preñadas son sacrificadas.

Para el mes de diciembre de 2001, un total de 128.534 cabezas fueron al beneficio. El rendimiento promedio en canal del mes fue de 235,78 Kg, lo que permitió una producción de 30.305.285 Kg de carne en canal el último mes del año 2001.

Para dicho mes el 70,56% de los animales sacrificados fueron machos o sea: 90.695 cabezas y el 29,44% o 37.839 cabezas, hembras.

Por clase sexual beneficiada, la clase toretes ocupó el primer lugar, con 44.342 cabezas o el 34,50 %, seguida de la clase vacas que en número de 26.850 o el 20,89%, superaron los 23.719 toros beneficiados (18,45%) y los 21.633 novillos (16,83 %). En cuanto a las novillas solo se sacrificaron 10.329 o el 8,04 %.

Según el resultado de la clasificación, apenas el 6,41 % , 8.240 canales clasificaron "AA". En la categoría "A" calificaron 53.711 canales (41,79%) que produjeron 12.916.169 Kg o 45,92% del total de la carne en canal producida.

El rendimiento en canal promedio por clases fue: Ternera 103,72 kg; "AA" 264,25 Kg; "A" 259,09 Kg; "B" 230,79 Kg; "C" 173,99 Kg; "D" 138,69 KG.

Durante la última semana de diciembre 2001 (24 al 29/12/01), los precios del ganado en pie arrimado a los distintos mataderos del país con beneficio clasificado, fueron de 850,00 (0,85 BsF) hasta 1.300,00 Bs/Kg para los toretes; 900,00 a 1.100,00 Bs/Kg los novillos gordos; y 820,00 a 1.200,00 los toros gordos, mientras los precios promedio del ganado hembra en pie fluctuaron entre 750,00 a 1.000,00 Bs/Kg las vacas y 680,00 a 1.000,00 Bs/Kg las novillas. En canal, el precio del ganado macho "A", se ubicó entre 1.900,00 y 2.500,00 Bs/Kg, con promedio de 2.126,77 Bs/Kg, mientras las hembras de la misma categoría promediaron 1.858,10 Bs/Kg de carne en canal.

Los precios de la carne al detal categoría "A", promediaron 4.369,00; 4.55,00 y 4.067,00 Bs en carnicerías, supermercados y mercados populares respectivamente, alcanzando los precios máximos hasta el nivel de 5.500,00 Bs/Kg.

En 2.004, el consumo per cápita de leche y carne juntos eran 48,75% inferiores a lo recomendable. En concreto, el venezolano consumía solo la mitad de la leche y el 40% de la carne que requería para una dieta equilibrada.

Para ese mismo año la producción nacional era deficitaria pues aportaba el 62,2% del consumo del venezolano.

Si se tomasen en cuenta las necesidades de carne y leche para contar con una buena nutrición, la oferta conjunta de leche y carne del rebaño venezolano para 2.004, era de apenas 31,8%.

En 2006 el rebaño ganadero de Venezuela contaba con 16.615.439 cabezas de ganado vacuno.

El gobierno nacional y organizaciones afines a sus políticas informaron que durante 2010, el consumo de carne bovina por habitante se ubicó en 23 kilos, pero los análisis de consultores privados demuestran que la disponibilidad aparente (cantidad total ofertada) del producto durante el período en cuestión fue de 19,5 kilos per cápita.

De esta cantidad, 10 kilos fueron aportados por ganado nacional, mientras que 9,5 kilos correspondieron a carne importada, tanto reses vivas como carne despostada o congelada, de acuerdo con el análisis realizado por la Gaceta Ganadera. Cerca de 838.000 reses, fueron importadas de Brasil en 2010, fue el país de donde más se importó carne y ganado vacuno.

Para 2011 en Venezuela existían 52 mataderos y 240 salas de matanza con una producción total de 200 mil toneladas de productos cárnicos.

En el año 2011 la producción de carne en Venezuela se ubicó en el 66% de las necesidades de consumo y el 34% restante fue de carne importada. Para el año 2012 la relación varió en perjuicio de la producción venezolana pues la producción del país se redujo al 52,21% y la importación se incrementó al 47,79%.

Según la Federación de Ganaderos de Venezuela (FEDEGAN) para el 2001, el consumo anual per cápita de carne fue de 17,2 kilogramos por persona, mientras que en el 2010 la cifra se elevó a 19,5 kilogramos y para el tercer trimestre de 2011 el consumo había bajado 17,53 kilogramos.

Según Manuel Cipriano Heredia presidente de dicho gremio, en el año 2011 la producción de carne en Venezuela se ubicó en 66% del consumo y el resto (34%) fue traída de otros países, mientras que en el 2012 la relación se ubicó en 52,21 % de producción de carne en el país y el 47,79 % fue importada.






1 comentario:

Jovito Valbuena Gomez dijo...

Excelente trabajo y bien documentado.